lunes, 30 de septiembre de 2013

Las preguntas

Muchísimas veces he querido saber la razón de las cosas. De todas las cosas. No sé por qué soy tan necia. Aferrada. Aprehensiva dirían los psicólogos.

El buscar razones, pienso, me tranquiliza porque pudiese entender lo que conecta todo, ¿cierto?

Esa es mi creencia. Si le doy un sentido lógico a las situaciones, entenderé por qué pasan.

Cosa, que, bueno... A lo mejor lo puedo entender tiempo después de que suceden.

Me gustaría ser conforme con lo que pasa, decir "Ok, lo acepto", pero la verdad es que no. Por más que quiero adoptar esa postura de dejar que todo fluya y lleve su cauce, ahí estoy preguntándome ¿Por qué?

¿Por qué tomé esa decisión de venir al DF? ¿Por qué lo dejé todo? ¿Por qué no encuentro chamba? ¿Por qué echo culpas a los demás? ¿Por qué estoy lejos de mi familia y amigos? ¿Por qué me aferro a las ideas? ¿Por qué siempre terminan tranzándome con feria? ¿Por qué me guardo las cosas? ¿Por qué no encuentro chamba? ¿Por qué no fui rica en lugar de guapísima? ¿Por qué mis zapatos favoritos me lastiman del talón? ¿Por qué me irritan los aretes? ¿Por qué estoy haciendo pinche berrinche? ¿Por qué pinche karma puto, por qué?

¿Por qué? 

¿Por qué?

¿Por qué? 

¿Por qué? 

¿Por qué? 

¿Por qué? 

¿Por qué? 

¿Por qué? 

¿Por qué? 

¿Por qué?

Dicen que el primer paso es la aceptación... Ok lo acepto, soy bien pinche aferrada. Y necia y aprehensiva. Lo único que quiero es encontrar mi pinche lugar. Is that much to ask?

'Ora qué sigue... qué hago... ¿?


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Movimiento... o de cuando quería mandar todo al carajo

De la última vez que anduve por aquí quería mandar todo por un tubo. No cabe duda que el movimiento está presente en cada aspecto de nuestra vida. La cosa es dejarlo fluir o quedarnos estáticas en nuestra zona de confort.

La zona de confort, ese estado mental y físico que nos resulta extremadamente cómodo pero que nos hace infelices. Así, con todas sus letras INFELICES.

Así estuve yo. Muy en el fondo de mi pensamiento sabía que no era ahí. Dí oportunidad a que las cosas se acomodaran. A pensar en las razones verdaderas de mi presencia en el lugar donde estaba. Trataba de descifrar el verdadero motivo. Buscaba más a profundidad para entenderlo.

Y duré algunos meses. Duré hasta que me cayó el 20... "¿En realidad debo estar aquí o soy yo misma la que está forzando mi estancia?... ¿Qué es lo que impide moverme? No, en serio, ¿Qué es?"

Descubrí que soy yo misma la que me limita. La que prefería estar en esa comodidad. Y que por otro lado me asfixiaba la rutina y me quejaba de mi situación culpando a los demás.

Tres meses después de tomar la decisión, estoy escribiendo.
Desde febrero que no lo hacía.

Han pasado muchísimas cosas, muchos más 20s.

Ayer en la mañana me estaba cuestionando sobre esta decisión  de mudarme al DF. Pensé otras cosas. En pocas palabras hice una lista de todo lo negativo que me ha tocado en esta ciudad. Multitudes, hipsters, poses, extremos en clases sociales, tráfico, banalidades, etc., etc.

En la noche fui al Conservatorio a ver la Orquesta Sinfónica de Puebla y fue algo muy bonito. Algo que necesitaba en este momento. De despejarme de la preocupación de no encontrar chamba. De adaptarme a los cambios, las roomies, la casa, moverme acá.

Ese encuentro con la música, transportarme a otro lugar. Sentir. Escuchar y dejarme llevar.

Y fue en ese instante que me di cuenta que todo va a estar bien. Que no debo apresurarme. Que debo dejar que todo siga fluyendo. Y que llegará. Todo llega. En serio.